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Hervé y El misterio del anorak rojo

por Ado Arrietta · 7 de Maio, 2020

HERVÉ

Dos personajes, un chico y una chica, hablan, sentados, en un bar casi vacio.

-La manía de hacer sumas cabalísticas empezó en un círculo de « amigos de extraterrestres » que se reunían en el café Lyon, en Madrid… Sumaba los números que veía en la matrículas de los coches, en los billetes de los aviones , en los programas de los teatros, obesionado por encontrar la cifra única … Si me dices el dia, el mes, y el año de tu nacimiento , te diré tu cifra.

-Sé cual es…Yo tengo la misma manía.

-Si deseas que algo suceda, déjame una moneda, y calcularé un oráculo…Tu deseo se cumplirá.

-Lo pensaré.

-Siempre he sido malo en matemáticas, pero en los oráculos, acierto. El primer oráculo que hice fue en Paris, una noche, en la plaza Furstemberg…hace veinticinco años.

-Conozco esa plaza, en el centro de St. Germain…Cuatro árboles, en un círculo, con dos bancos, y un pedestal, con cuatro faroles.

-Una noche me paseaba por la plaza Furstemberg, con Javier.

-¿Y qué ocurrió ?

-Me fijé en un papel, en el suelo, lleno de números. Lo recogí, y sumé, cabalísticamente, los números que contenía. El resultado fue la cifra 9…Javier se fijó en un número escrito con tiza, sobre el pedestal de los cuatro faroles. El número 12…Decidimos que el 12 de Abril , a las 9 de la noche, teníamos una cita en la plaza Furstemberg.

-¿Porque no el 9 de Abril, a las 12 de la mañana ?

-El dia 9 ya había pasado.

-¿Con quién era la cita ?

-Con un extraterrestre.

-¿Y qué sucedió ?

-Llegamos un poco antes de las nueve de la noche. La plaza estaba desierta, como siempre. Nos sentamos en un banco, fumamos un canuto de hierba congoleña, y esperamos…Oímos las campanadas de las nueve, en la iglesia de St. Germain…Cuando sonó la última campanada, una mano se posó sobre mi hombro. Nos levantamos del banco, en un sobresalto…Enfrente de nosotros, un hombre pequeño, pelirrojo, de cara rojiza, ojos azules, n os miraba, sonriente.

-¿Un extraterrestre ?

-Parecia un personaje de un cuento de Andersen… Nos preguntó a quien esperábamos…No supimos que responderle. Empezó a hablar… Nos recomendó leer las visiones de Catherine Emmerich…Nos dijo que despues de « El castillo » de Kafka, el castillo al que nunca se llega, viene la revelación…Nos aconsejó que fuéramos a Chartres, porque ahí seríamos amados…Le escuchamos, sin decir una palabra, hasta que desapareció, tan misteriosamente como había aparecido. No le vimos alejarse en ningu na dirección. Se esfumó…En un momento de su discurso, dijo llamarse Hervé…R.V.Revelación.

-¿Y despues ?

-Compré las visiones de Catherine Emmerich…Volví a leer « El castillo » de Kafka…y fui con Javier a Chartres, donde pasamos dos días, en un hotel rococó.

-Todo es rococó en Chartres.

-El recorrido de la catedral me produjo un efecto sicodélico…Cuando volvimos a Paris, las calles estaban llenas de coches de policía, y se oían sirenas por todas partes. Era el 1 de Mayo del 68…El hotel donde me hospedaba con Javier, se encontraba, precisamente, en el centro de St.Germain, muy cerca de la plaza Furstemberg, en medio de las bombas lacrimógenas, y de las barricadas. La plaza Furstemberg continuaba igual de desierta, igual de tranquila, a pesar de lo que estaba sucediendo, alrededor.

-¿Y Hervé ?

-Desapareció…Despues del mes de Mayo, volvimos a Madrid…No supe nada de Hervé, hasta que, un tiempo despues, conocí a Marie Laure de Noailles, en Paris.

-Parece que su diario va a ser publicado.

-Lucas Paseiro, que la conocía bastante, me dijo que leyó, escrito en su diario, nuestro encuentro… En mi conversación con ella, hablamos de oráculos, y le conté la historia de la plaza Furstemberg. « Hervé était un garcon qui arriva a Paris avec une valise » dijo, cuando nombré a Hervé.

-¿Hervé era un chico que llegó a Paris con una maleta ?

-Eso dijo…Hervé tenia el don de la ubicuidad… Hervé se comunicaba telepáticamente…Hervé no se aparecía, casi nunca, a nadie…Yo era afortunado, por haberle visto…Hablaba de Hervé como si no fuera de este mundo…Hervé era un angel.

-¿Volviste a verle ?

-Nunca más…pero sentí su influencia .

-¿Como?

-En diferentes historias.

-¿Paralelas ?

-Y perpendiculares.

-Cuéntame una historia perpendicular .

-Hace diez años conocí a otro Hervé…Vive en Chicago…Nos escribimos, de vez en cuando…No tiene nada que ver con el Hervé de la plaza Furstemberg…No parece un personaje de Andersen. Es rubio, y hace decorados para el Bolshoi Ballet.

-¿Un romance ?

-Puedes llamarlo así.

-¿Nunca has tenido un romance con un extraterrestre ?

-Nunca se sabe…¿Y tú ?

-Una vez, en un avión…Parecía japonés… Sentí una corriente cósmica… No hablamos…No nos miramos.

-¿Y que ocurrió ?

-Nada…Cuando el avión aterrizó, nos perdimos en la aduana… Al pensar en él , vuelvo a sentir esa corriente…No la he sentido con nadie más.

-¿Porque no vienes el Jueves a ver mi película, en el cine Bellas Artes, y seguimos hablando ?

-¿Qué película ?

-Pointilly.

-El castillo al que nunca se llega.

-La idea me vino de Hervé…pero fue un cuento de Sade, el ancestro de Marie Laure de Noailles, lo que me inspiró el argumento.

-La he visto dos veces…Me apetece volver a verla…Hay una escena con Javier, adolescente, sentado en un banco, en la plaza Furstemberg.

-El encuentro con Hervé me inspiró esa escena.

-¿A que hora es la sesión ?

-A las ocho y media.

-Iré.

-Te reservaré una entrada en taquilla.

-¿Tú estarás ?

-Claro.

-Allí nos veremos.

EL ANORAK ROJO

Los mismos personajes, el chico y la chica, hablan, sentados, en el bar del cine Bellas Artes, despues de la sesión.

-Cuando llegué, mi película acababa de empezar…Ya no habia nadie en el hall.

-Si hubieras sido puntual, le habrías visto.

-Calculé mal el tiempo…¿Como era ?

-Prerafaelita.

-¿Misterioso ?

-Angelical.

-¿Cabello negro ?

-Si.

-¿Ojos azules ?

-Si. ..grandes…oblícuos.

-¿Como iba vestido?

-Con un abrigo negro.

-¿Hablaste con él ?

-No…Me pareció que te estaba esperando.

-El acomodador me dijo que había preguntado por mí, y me propuso entrar en la sala a buscarle.

-Me sorprendió verte aparecer, con una linterna, en la oscuridad.

-Fue una idea del acomodador…Parecía más interesado que yo, en encontrarle. Cuando volví al hall , el vigilante me dijo que le habia visto salir a la calle, mientras le buscaba… Siempre he jugado con él al escondite.

-¿ Quien es él ?

-Nunca lo he sabido… Le ví en el bar de Pachá, una madrugada, un dos de Febrero, hablando con Álvaro Armero, vestido con un anorak rojo. Su espalda me hipnotizó… Cuando Alvaro se fue, me acerqué a él, y me senté a su lado. Me preguntó si hablaba inglés . Le hablé de la película que pensaba hacer entonces, sobre la mesa redonda.

-La vi en televisión.

-Me dijo que acababa de volver de California. Le pregunté que hacía en Madrid « I am in an agency » me respondió. Estaba apoyado en la barra… Me escrutinaba, mientras yo hablaba de la película. No recuerdo lo qué bebíamos… De pronto, me enseñó una cápsula roja. La miré, l a cogí, y me la tragué.

-¿Qué era ?

-No se lo pregunté. En esa época, me apetecía probarlo todo… Pareció sorprenderse de que me la tragara, rápidamente.

-¿Era un dealer ?

-No pensé que quisiera vendérmela. Supuse que me la ofrecía… A lo mejor me equivoqué…Cuando se levantó del taburete, resultó ser más alto de lo que me parecía, cuando estaba sentado.

-El que he visto en el cine era bastante alto.

-Al salir de Pach á caminamos hacia la Castellana. Yo decía incongruencias en inglés. Él no hablaba. Parecía cansado. Si hubiera pasado un taxi habríamos ido a mi estudio…Cruzamos La Castellana. En la calle Villanueva  pasamos por delante de « La vitrina » ; un bar nocturno, de luz neón, lleno de gente. Agunos conocidos me miraron, desde dentro. Entré, y él me siguió. A partir de ahí, todo fue caótico.    Me veo dando vueltas, en medio de chaperos y de noctámbulos. « La vitrina » se movia como un barco… La cápsula roja empezó a hacerme efecto… Alberto Max estaba en el piso de arriba.

-¿Alberto Max, el ilusionista ?

-Sí… Quizás, vió lo que pasó, aunque nunca me habló de ello

-¿Qué pasó?

-Me veo diciendo obscenidades , sobre dos chaperos rusos, que me hacían guiños… hasta que me dí cuenta de que hablaba muy alto, y de que todo el mundo me estaba mirando. Se hizo un silencio, a mi alrededor. Él miraba al infinito , apoyado en la barra. Me veo escapándome de allí… Le veo, siguiéndome, y queriendo volver a entrar, a recuperar mi bufanda, que había perdido al salir. Me negué…Anduvimos un rato…y de pronto, empezó a hablar.

-¿En inglés?

-En español…. A veces, con un ligero acento andaluz, o sudamericano.

-¿Qué decía?

-Decía que iba a llevarme al más allá.

-¿Iba a asesinarte ?

-Me proponía viajar.

-¿Adonde ?

-A mundos desconocidos.

-¿Quería abducirte ?

-Lo pensé… Aquella madrugada era Martes, su anorak era rojo, la cápsula que me tragué era roja…Hablaba un lenguaje críptico, metafóri co…Me aturdía.

-¿Y que pasó?

-Se paró en una esquina…Me recordó que había perdido mi bufanda… Yo no queria volver a « La vitrina » pero él insistía en entrar, él solo, a recuperarla. Me pidió que le esperara, en la esquina. Me opuse.

-¿Por qué?

-No me apetecía que entrara en ese sitio, lleno de conocidos noctámbulos, a recuperar mi bufanda, él solo, como si fuera mi guardaespaldas.

-Es normal que quisiera recuperarla…¿Como era tu bufanda ?

-Escocesa, con cuadros azules y grises. Me daba igual mi bufanda. Le propuse que tomáramos un taxi, y fuéramos a mi estudio, pero no me escuchaba… No podíamos irnos de esa esquina, sin recuperar mi bufanda… Hablaba en trance, mirando al cielo, tratando de convencerme de que viajara con él…Los viajes a mundos descconocidos, que me proponia, se convirtieron en viajes terrestres, en tren y en avión…Yo no tendria que ocuparme de nada. Él iba a ocuparse de todo. Se acercaba y se alejaba de mí, como un actor en un escenario, iluminado por el farol de la esquina…Yo queria estar con él aquella noche, y él solo hacía planes, a largo plazo… Podría haber hablado durante horas, si no hubiera salido de mi boca, de pronto, un improperio, que le hizo callarse.

-¿ Que improperio ?

-Le grité, en un tono disonante, Vete con tu tía. Retrocedió dos pasos, asustado, y me fui corriendo hacia un taxi, que estaba parado, a diez metros de nosotros. Antes de entrar en el taxi, le miré. Él estaba inmovil, mirandome, fijamente. Estuvimos, mirándonos, no sé cuanto tiempo, como en un encantamiento… Dudé en acercarme a él, para disculparme… Decidí entrar en el taxi. Cerré la puerta de un portazo. Cuando el taxi arrancó le ví , mirándome, fijamente, con las manos apoyadas en la cintura, alejándose, hasta que el taxi di o la vuelta en una esquina, y su figura desapareció.

-.¿ Crees que ese es el mismo que he visto en el cine esta noche ?

-La historia no terminó ahí… Cuando llegué a mi estudio estaba amaneciendo. Me tumbé en la cama, cerré los ojos…Seguí oyendo su voz.

-¿Qué decía ?

-Solo recuerdo el sonido de su voz… hasta que me dormí…Cuando me desperté, constaté que no estaba, y sentí un deseo tremendo de encontrarle… ¿Pero donde ? Álvaro, que había hablado bastante con él, no me dió ninguna pista, solo me dijo que era un chico muy simpático… Fui varias noches a Pachá… Una noche creí verle pasar, de lejos, entre la multitud, con el anorak rojo, como buscando a alguien, seguramente a mí, pero no estaba seguro de que fuera él , y no me acerqué… Tampoco habría sabido que decirle, si hubiera sido él… Le escribí una nota, que dejé al portero de Pachá, tratando de disculparme…No creo que el portero le diera mi nota. No volví a verle.

-¿Y que hiciste ?

-Recorrí los bares de Madrid « de noche ». No le encontré en ninguno. Fuí a las agencias de modelos. No le reconocí en ninguna foto. No tenía ningún dato real, para encontrarle. Me dijo que se llamaba Juan, pero quizás no era su verdadero nombre. Me dijo que habia vivido en Londres…Un amigo me aconsejó que le buscara en un picadero de Hyde Park. Habia un asesor hípico español, trabajando ahí, pero no era él… Me dijo que había nacido en una isla de Canarias, no me dijo en qué isla. Me dijo que cuando iba a las islas, iba a Lanzarote… Lo pasé muy bien, buscándole en Lanzarote, pero no le encontré.

-Una amiga mía se quedó colgada con un canadiense que le habia dado Éxtasis, una noche. El efecto le duró tres años.

-No sé si fue Extasis lo que me tragué. El tiempo pasó, pero no el efecto…Se me notaba… Una vez, en un estanco, una vendedora que nunca me habia visto, me miró, fijamente, y me dijo « Usted está enamorado »

-¿Seguiste buscándole ?

-Una noche, al salir de Pachá, miré el cielo; era luna llena, y al bajar la mirada , vi que algo brillaba, sobre la acera… Lo recogí… Era una moneda heptagonal, irlandesa, de cinco peniques. En una cara de la moneda, estaba grabada la palabra Eire, que interpreté como E iré. Sumando, cabalísticamente, las cifras de la moneda, salió un oráculo. En una cara de la moneda, el resultado de la suma era 10…es decir, el mes de Octubre. En la otra cara, había grabado un 5… « E iré el cinco de Octubre » decía el oráculo.

-¿Qué pasó el cinco de Octubre?

-Me desperté tarde, despues de una noche disipada, como todas las noches, en

aquella época. Tenía los ojos irritados , y no me puse lentillas de contacto…Habia quedado, en un restaurante cerca de la Gran Vía, con Alberto Max, el ilusionista . Tenía fama de hacer aparecer, y desaparecer, personas. Le había hablado del chico con el anorak rojo…Cuando salimos del restaurante, caminamos, por la Gran Vía. Entramos en un drugstore…De pronto, se quedó expectante, como si fuera a ocurrir algo.

-¿Qué ocurrió?

-Nada… Salimos del drugstore. ..Caminamos por la Gran Vía, hacia arriba… No sé porqué, volví la cabeza… y apareció.

-¿Cómo apareció?

-Iba vestido con una chaqueta gris, de cuadros grandes, y un pantalon gris. Abrió los brazos, jubilósamente, como diciendo « Por fin nos encontramos »

-¿Estás seguro de que era él ?

-Le veía borroso, a diez metros de distancia, pero sabía que era él. Nos quedamos un rato mirándonos, como en un encantamiento. Quizás pensó que no le reconocía, o que no quería reconocerle. Nos dimos la vuelta, y seguimos caminando, en direcciones opuestas… Después de unos pasos, volví a  mirarle. Él estaba más lejos, se detuvo, y me miró. Sentí que me llamaba, mentalmente…Dudé en acercarme. No me acerqué…Dejó de mirarme, se dirigió hacia el drugstore , y yo seguí caminando, con Alberto Max, como si no hubiera ocurrido nada…No sé si el ilusionista no se enteró, o si fingió no enterarse, de lo que habia ocurrido.

-¿Crees que el ilusionista gafó el encuentro?

-Si Alberto Max no hubiera estado junto a mí, alto y sombrío, como una sombra protectora, nos habríamos acercado, el uno al otro…Le había dirigido un mensaje, entre líneas, en una entrevista, con una foto, en la contraportada de El País, sobre la película de la mesa redonda, de la que le habia hablado . Quizás leyó la entrevista, me reconoció, y comprendió mi mensaje. El periodista que me entrevistó, me dijo que alguien había llamado a la redacción del periódico, pidiendo mi número de teléfono. No se lo dieron… Debió ser él…Puesto que habia encontrado el oráculo, a la salida de Pachá, pensé que el encuentro podría repetirse en Pachá, por la noche, sin interferencias…pero aquella noche, me quedé dormido, y no fui a Pachá.

-¿Y después?

-Consulté a varios videntes. Me decían que me habia fabricado un espeji smo, que nunca iba a encontrarle… Empezé a hacer el casting para la película, pero ningún Galahad, ningun Segramor, me hacían olvidarle… Después de los videntes, recurrí a los magos… Una noche alguien me llevó a un molino, cerca de Madrid, para asistir a una sesi ón de magia.

-¿Negra ?

-Peruana.

-¿Y que ocurrió?

-Algunos invitados se fueron, antes de comenzar la sesión, porqué, de pronto, un gallo cantó, a las once de la noche… Estuve a punto de irme con ellos, pero me quedé… Bebí una infusión de sabor amargo. En una sala, llena de alfombras, había una especie de altar, cubierto de objetos, donde deposité la moneda del oráculo. Un gurú invocaba-no sé a quién-para que los deseos de los invitados se cumplieran… Alguien cantaba un cante melancólico… Después de las invocaciones, los invitados se quedaron dormidos, desperdigados, sobre las alfombras. Recogí la moneda del altar, y me fuí de allí.

-¿Eso fue todo?

-Unos días después, sonó el timbre del portal. Eran las cuatro de la tarde . Acababa de despertarme. El timbre insistíó , muchas veces. Pensé que era Javier, intentando despabilarme, pero Javier tenia una llave del estudio. Las llamadas cesaron… Unos minutos después, sonó el timbre de l a puerta. Me levanté. El timbre sonaba, sin parar, desesperádamente.

-¿Porqué no abrías ?

-Tenía que ducharme, hacer ejercicios, antes de abrir. Estuve a punto de gritar a Javier que dejara de insistir , que abriera con su l lave, pero no grité… El timbre dejó de sonar. Miré por la mirilla. M e pareció que el chico, que se paseaba, nervioso, por el descansillo , era Javier. Era más o menos de su estatura, iba vestido con un traje claro… pero cuando le miré bien, vi que no era Javier. Pensé que era un enviado del gurú, o algún surfista que había conocido en Lanzarote. De pronto, se acercó a la puerta, como si me hubiera descubierto. Me miró, sonriente, sabiendo que era yo quien le estaba mirando… Era él… No podía despegar mi ojo de la mirilla. No sé cuánto tiempo estuvimos mirándonos, en silencio.…Y de pronto, sus ojos se inyectaron en sangre, su sonrisa se convirtió en una mueca de cólera, su cara angelical se transformó en la cara de un demonio… Me retiré, rápidamente, de la mirilla . Me quedé inmovil, en medio del salón… hasta que oí el ruido del ascensor. Cuando abrí la puerta, vi que la llave estaba puesta en la cerradura. Se me había olvidado retirarla la noche anterior… Quizás la dejé puesta en la cerradura, inconscientemente, para que entrara.

-Y te asesinara.

-Es extraño que no viera la llave.

-Quizás la vió, y no quiso asesinarte.

-¿Porqué estaba seguro de que era yo, quien le miraba por la mirilla ?

-Porque eras tú.

-¿Porque sabia que yo estaba en el estudio ?

-Porque tú estabas.

-¿Como supo mi dirección ?

-Por Alvaro Armero…

-Alvaro me dijo que no volvió a verle… Quizás fue un espejismo. Quizás no habría habido nadie, si hubiera abier to la puerta.

-Las mirillas deforman las caras. ¿No pudo ser otro ?

-Otro no habría insistido de esa forma… Otro se habría marchado, o habría dejado un mensaje, debajo de la puerta … Despues, presentí que podría estar en un parque, junto a mi estudio, pero no estaba.

-¿Y después?

-Hice la pelicul a sin él… Pasaron cosas terribles.

-Te echó una maldición.

-Se esfumó.

-¿No volvió a visitarte ?

-Algún tiempo despues, una mañana de primavera, llamaron a la puerta. Dos timbrazos muy cortos. No abrí. No hubo mas timbrazos. Sentí que había sido él. Pregunté al portero quién había subido a mi estudio. Le describió. Fue él.

-¿Nunca te llamó por teléfono ?

-Una madrugada sonó el teléfono. Sentí que era él, y que me llamaba desde muy lejos…«Esta es una llamada desde Finlandia» me dijo, en un tono desafiante, cuando descolgué. Despues de un largo silencio, gritó, furibundo

« What s the matter with you ?» y colgó.

-¿No volviste a verle?

-Un dia creí verle en París. Llevaba un anorak roj o. Me acerqué, y no era él. Nunca era él, cuando me acercaba a un anorak rojo…La última vez que estuve en Pachá, ya iban a cerrar. Quedaba poca gente. Sobre un sofá, había un anorak

rojo. Se quedó ahí, abandonado, cuando se cerró la discoteca. Me pareció que aquello simbolizaba el final de mi historia con él…hasta que Javier me regaló una moneda dorada, que se habia encontrado en la calle.

-¿Un oráculo ?

-Según mis cálculos la fecha era un veinte de Marzo… Ese día, a primera hora de la tarde, bajaba por la calle Alcalá , hacia Cibeles, cuando me encontré caminando junto a una chica muy alta, vestida con una minifalda… De pronto, ya no estaba caminando junto a una chica muy alta, sino junto a un hombre muy

alto, vestido con una túnica, corta y blanca. Era rubio oscuro. Me parece que

tenía una ligera barba. Su perfil era equlibrado, clásico. Miraba a lo lejos , como si viera más allá de lo que miraba , mientras caminábamos…Le adelanté, y después de Cibeles, al principio de Alcalá, me detuve, y le observé, de lejos,

esperando en el semáforo. La túnica, corta y blanca, que vestía, era elegante, sin costuras, y dejaba medio torso, y un brazo, descubiertos. Su piel era lisa ,

bronzeada. Parecía un Atlante. Nunca he visto a nadie mejor vestid o. Me sentí abrumado con mi blazer, mis pantalones, mis zapatos… Cruzando la calle, me miró, y acarició con su mano iquierda su costado derecho, como identificándose.

Pensé que era Jesucristo. Me aparté de él, cuando terminó de cruzar la calle. Había muy poca gente, a esa hora, en la Gran Vía. Una mujer, que entraba en el metro, se volvió a mirarle, asombrada. Caminaba a grandes zancadas, descalzo, o sobre suelas transparentes. Crucé a la acera de enfrente. Él seguía caminando, a zancadas, pero no me adelantaba. Caminábamos al unísono, él por una acera, y yo por la otra. Sentí una comunicación telepática con él. Sentí que podía transmitirle un deseo, y el deseo se cumpliría. Le transmití mi deseo, y dejé de acompañarle, a la altura de la Telefónica. Él siguió caminando, a zancadas .

-¿Tu deseo se cumplió ?

-Fue justo a la altura de la Telefónica, tres d ías después, por la noche, cuando vi, a diez metros de distancia, a un chico, en la entrada del metro, agachádo en cuclillas, recogiendo una moneda del suelo. Me miró, se levantó, me siguió mirando, me reconoció, y le reconocí. Aquella noche llevaba lentillas de contacto. Nunca le había visto tan nítido. Iba vestido con un abrigo azul marino, bastante usado, y llevaba un pequeño necessaire. Me pareció que habia engordado, un poco. Estaba muy pálido, completamente blanco, una blancura increíble, espectral, como si viniera de la luna. Se repitió el encantamiento. Dudé en acercarme a él, pero no me acerqué. De pronto, avanzó cuatro pasos hacia mí. Se paró, sonriendo, seductoramente, sin mirarme, y el tiempo se

detuvo….hasta que dejó de sonreír, y se fue, rápidamente, mirándome, un

instante, de soslayo, como asustado, y yo me quedé con la sensación de que había sido una alucinación… No sé si aquello fue real .

-Es simbólico que le descubrieras, recogiendo una moneda del suelo.

-La miró, y se la guardó.

-Una y otra vez, repetíais la escena final de aquella madrugada…El te llamaba mentalmente, tú dudabas en acercarte, y finalmente no te acercabas.

-Así fue.

-El encantamiento se repetía, geométricamente, a diez metros de distancia, en cada encuentro…Si te hubIeras acercado a él, sin pensarlo, y le hubieras tocado, el encantamiento se habria roto.

-Su blancura lunática, me mantuvo distante.

-¿Y Jesucristo?

-Le imagino, bajando a zancadas por la Gran Vía y Príncipe Pío, hasta el principio del gran descampado…Ahí le pierdo.

-Jesucristo se pasea a zancadas por el mundo.

-Su túnica, corta  y   blanca, resplandecía… Hacía sol…Su presencia era amable…No sé porque no le seguí…No sé porque me detuve en la Telefónica.

-Te detuviste donde el personaje de tu deseo iba a aparecer.

-Apareció de noche, y se perdió en la noche…Esa fue su última aparicición.

-¿No hiciste más oráculos ?

-El filtr o se disolvió

-Debió ser Éxtasis…o un derivado.

-Fuera lo que fuera, no volví a pensar en él…hasta que ayer, sentí que me habia citado, esta noche, en el cine.

-Estaba apoyado en la hornacina del hall, junto a la puerta, esperándote…No habrías tenido más remedio que tocarle.

-Si se hubiera quedado a ver la película, le habría tocado, a la salida.

-Pero se fue.

-Debió asustarse, al verme entrar en la sala, buscándole con una linterna… Se hartó de jugar al escondite.

-Puede que el juego continúe.

-Presiento que esta noche ha terminado.

-A lo mejor vuelve a visitarte… y te asesina.

-Sería un final perfecto.

-Puede que haya una incompatibilidad astrológica , entre vosotros, algo que os impide acercaros, y os mantiene en una espiral …Si tú eres Virgo ascendiente, él debe ser…

-Ni siquiera sé su signo del zodiaco.

-Se lo preguntaré, si vuelvo a verle.

-Me gustaría saber quien es.

-Son varios… El que yo he visto, no se parece al del anorak rojo, ni al de la chaqueta a cuadros, ni al demonio que viste por la mirilla, ni al del abrigo azul marino…No estaba blanco espectral, ni venía de la luna. Parecía venir de esquiar, en St.Moritz.

A la mesa donde están sentados los dos personajes se aproxima una mujer,llevando una pequeña bolsa negra.

-Perdón…Dejaron esto para usted, en taquilla… Olvidé dárselo antes.

La mujer entrega al personaje la bolsa negra.

-¿Quien lo dejó ?

-Un chico alto, con un abrigo negro.

-¿No dejó un mensaje ?

-Solo me pidió que se lo entregara.

La mujer se va… El personaje saca de la pequeña bolsa una bufanda escocesa, con cuadros azules y grises.

-Es la bufanda, que perdí a la salida de « La vitrina » aquella madrugada, y que él insistìa en recuperar.

-La recuperó.

-Es increíble que me la devuelva…esta noche.

-No encontró el momento de devolvértela antes.

-Sin una palabra…despues de cuatro años…Es incongruente…Sino hubiera perdido esta bufanda aquella madrugada, habría sido otra historia.

-Si esta noche hubieras sido puntual , te la habría devuelto en mano, y habría sido otro final .

-O el principio.

Abril 2020
© Ado Arrietta


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